Cuento para niños: El rincón de pensar
Nacho estaba muy preocupado desde que se había enterado que existía algo llamado el rincón de pensar.
A la primera persona que escuchó decir lo de ese rincón fue a su amiga Marga. Fue una mañana de lunes en la fila de la entrada al colegio. Llegó pegando saltitos como siempre hacia, pero su sonrisa era inigualable, parecía tan feliz que no dudó en preguntar que había hecho ese fin de semana, porque pensó que fuese lo que fuese lo que había hecho, aún le duraba la felicidad.
-¡Hola Marga!
-¡Hola!
-Que contenta te veo
-¡Es que lo estoy!
-¿Qué has hecho este fin de semana?
-Nada del otro mundo, me he pasado el día en el rincón de pensar
A Nacho no le dio tiempo a más, porque enseguida su profesora abrió la puerta y todos fueron corriendo a sentarse en sus pupitres.
Luego con eso de prestar atención durante las clases se le olvidó. Tuvieron que pasar un montón de días con sus respectivas noches, y sus fines de semana para que volviera a escuchar eso del rincón de pensar.
Esta vez fueron los gemelos Ricardo y Adrián quienes sacaron el tema; estaban pegándose en la fila, aquella tarde de viernes antes de regresar a casa.
-¡Le voy a decir a mamá que separe mi rincón de pensar del tuyo!
Grito Ricardo empujando a su hermano, haciendo de esta manera que todos perdieran un poco el equilibrio en la fila.
-¡Haz lo que te dé la gana! Yo no me pienso mover
Replicó Adrián justo antes de que todos saliesen corriendo en busca de sus padres. A Nacho se le incrustó el rincón de pensar en el pensamiento, y con esa idea fue de camino a casa.
Dejó la mochila con los cuadernos encima de la silla y se sentó en la cama, su mejor amigo Nunca, que también era su perro, y que llevaba ese nombre porque nunca imaginó que le dejarían tener un perro en casa, vino corriendo con la lengua a fuera a buscarle para que le sacase a jugar.
Pero Nacho le rascó la cabeza y dijo…
-¿Tu sabes que es un rincón de pensar?
Nunca se sentó mientras le observaba paciente y movía su rabo de un lado a otro esperando que se levantase y se fueran juntos. Pero en vez de eso le dijo…
-Sabes Nunca, parece ser que todo el mundo tiene un rincón de pensar menos yo, creo que le voy a preguntar al abuelo ¿qué es eso del rincón de pensar? A lo que Nunca le animó con tres ladridos…
-¡Guauuuu…. Guauuuuu…… guauuuuu!
De esta manera Nacho entendió que eso era precisamente lo que tenía que hacer. El Abuelo le había apunto su número de teléfono en el poster que tenía de Pikachu en la pared. Cogió el teléfono inalámbrico y marcó todos y cada uno de los números que allí estaban apuntados.
Tras varios tonos de llamada su abuelo descolgó el teléfono y preguntó…
-¿Quién es?
-¡Soy yo… Abu!
-¡Abu!¿Qué Abu? No conozco a ningún Abu
A Nacho le dio la risa porque su abuelo se estaba haciendo un lio de cuidado.
-¡Abu… que soy yo!
-¿Habla español?
-¡Pues claro!
-Y… ¿Por qué no le entiendo?
-¡Abuelo! Que soy… ¡Nacho!
-¿Mi nieto Nacho?
-¡Si!
-Y… ¿Por qué no me lo dices? Y me hablas en alemán
-Yo no te he hablado en alemán Abu
-¡Ah! Que era ¡Abu de Abuelo!
-¡Pues claro!
-Y yo pensando que Abu era un señor que se había colado en casa, y que yo ni conocía
Ambos se reían y reían, pero sobre todo Nacho que no se acababa de acostumbrar a los despistes de su abuelo.
-Pero dime ¿Cómo estás?
-¡Bien… Abu!
-Ahora tienes que preguntármelo tú a mí
-¿Por qué Abu?
-Porque es de buena educación interesarte por quienes quieres, o acaso ¿tú no me quieres?
-¿Cómo estas… cómo estas… cómo estás?- Preguntó Nacho de seguido y sin respirar casi
-¡Bien! Pero… ¿me quieres?
-¡Un montón!
-¿Cómo cuánto? Como de aquí a lima, de lima a limón y de limón al corazón
-¡Más Abu! ¡Mucho más!
-Entonces es mucho más que un motón, y… dime ¿qué te sucede?
-¡Abu!
-¿Qué?
-Tú sabes… ¿qué es el sillón de pensar?
-Pues…. ¡así sin más ni más! Imagino que es un sillón donde uno se sienta para pensar ¿no es eso?
-¡No lo sé!
-¿Por qué lo preguntas?
-Porque los niños de mi clase tienen uno
-¿Un sillón de pensar?
-¡Si!
-¡Dios mío que tiempos estos! Yo cuando era pequeño si quería pensar pensaba, y no necesitaba absolutamente nada para hacerlo, y eso… ¿se comprar en algún sitio? ¿Es de alguna manera especial o espacial? Puede que tenga algunos botones de esos que tanto os gusta pulsar a los niños de hoy en día, puede que tenga incluso un casco para pensar con más facilidad, o a colores ¿sabes si puedes tener pensamientos con sabor a gominola?
-¡No lo sé… no lo sé!
-¡Pues estamos apañados! Porque lo que yo sí sé es… que se puede pensar de pie o sentado, incluso se puede pensar tumbado ¡vamos, que no hace falta nada más que ponerte a pensar y… ya!
-Entonces… ¡podría yo buscarme uno, yo solo!
-¡Mira, no es mala idea!
-Bueno Abu, voy a buscar un sillón para pensar
Luego se mandaron besos y abrazos, y Nacho se puso a buscar un sillón para pensar. Se sentó en todos y cada uno de los sillones y sillas que estaban en casa, pero nada… no parecía que le salieran pensamientos importantes. Lo cierto es que en algunos estaba más cómodo que en otros, pero de ahí a que le surgieran pensamientos por estar sentado.
Así que volvió a llamar a su abuelo para informarle y hacerle más preguntas…
-¡Abu!
-¿Quién llama?
-¡Soy yo… Abu!
-¡Otra vez preguntan por ese señor raro!
-¡Que no… que no! ¡Que soy yo Nacho!
-¡Ah! ¿Qué te sucede? ¿Sabes ya algo del sillón de pensar?
-¡No!
-Y… ¿entonces?
-He probado con todos los sillones y con todas las sillas, incluso con las banquetas
-¡Y…!
-¡Nada!
-¿Cómo que nada?
-Que no me salen los pensamientos
-A lo mejor eres de los que piensan mejor fuera que dentro
-No te entiendo Abu
-Puede que pienses mejor en el parque, o sentado en el tronco cortado del jardín
Dicho y hecho, Nacho se fue fuera de casa y se sentó en el tronco cortado del jardín, Nunca le acompañó como había hecho toda aquella tarde. Y allí se puso a pensar… “Esto de buscar un sillón para pensar es muy difícil” entonces se dio cuenta que no era un sillón que era un rincón… “me confundí era un rincón para pensar, y me he dado cuenta porque aquí lo estoy pensando”
Nacho se quedó un ratito más pensando en aquel rincón, y pensó que tenía mucha suerte por haber encontrado su rincón justo…. Justito en la puerta de casa.
Lo que no sabía Nacho, es que los rincones para pensar se usan cuando se hacen las cosas mal, o uno se porta mal. Claro que ese no era su caso y por eso no sabía nada del rincón para pensar.
Y es que él siempre pensaba las cosas antes de hacerlas, y en las consecuencias por supuestísimo, por eso nunca le castigaban y mucho menos le regañaban, pero una cosa si había conseguido y estaba clara, y esta no era otra que ahora con su propio rincón para pensar, podría hacerlo mucho más cómodo.
Cuento para niños por Estrella Montenegro para Educapeques
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Licenciado en Ciencias Biológicas con más de 30 años de experiencia en educación como docente en el Centro de formación ACN y creador de Blogs educativos: educapeques.com, educayaprende.com, escuelaenlanube.com, docenciaparalaformacionenelempleo.es. Actualmente imparto cursos de formación profesional en la Academia de Valdepeñas